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Porque en nuestros corazones sigue capeando tormentas...
Fecha de zarpada, mayo 7 de 2007
Una tarde de mayo/junio del '82 se refleja en la imagen de la portada. Se puede apreciar al ARA Bouchard, en la maniobra previa a la carga de combustible, atracando en el muelle destinado a tal fin, en la entrada a la Bahía de Ushuaia. Pueden notarse en este caso en su banda de estribor, los contenedores blancos de las nuevas balsas, lo que indica que la fotografía es posterior al hundimiento del ARA Gral. Belgrano, ya que este recambio se realizó luego de desembarcar a los sobrevivientes del ataque a la escuadra. La banderola roja de peligro enarbolada, advierte de la maniobra a realizarse en contados minutos. La dotación completa, aguarda expectante. Al fondo a la izquierda, el canal de Beagle.
El porqué del Glorioso Bouchard
Maldecido a veces... bendecido en otras, el Bouchard pasó a formar parte de mi vida para no irse jamás. Supongo que así habrá sucedido con el resto de mis camaradas pero, no puedo hablar por los demás, sí por mí.
No fue fácil mi paso por este buque. Llegué a él con diecisiete años y lo dejé atrás con diecinueve, llevando conmigo como única carga, todo un bagaje de amargura en la despedida... ya que debí partir y no por propia voluntad. Hasta no hace mucho tiempo traté de no saber qué habría ocurrido con él en estos años. Por casualidad, una hermana mía que visitara junto con otros familiares a la flota en Puerto Nuevo hace un par de años, pudo saber que el viejo destructor ya no existía... que otra nave llevaba su nombre.
Me causó asombro y bastante enojo que la inquietud por el Bouchard no fuera prontamente respondida. Según ella, le costó obtener una respuesta de oficiales jóvenes y algún suboficial que pintara canas. Supongo que no debió molestarme y menos sorprenderme... si desde que me fuera de baja de la fuerza, muy poca gente tenía idea de la historia de este buque. Al fin, entre el personal que atendía a los visitantes, un suboficial de mediana edad le responde que él se acuerda del destructor Bouchard... que en aquel entonces era un barco viejo, pero de los mejores de la flota... y que ya no existía. Que había sido desguazado hacia mucho tiempo.
Yendo hacia atrás en el tiempo, recuerdo las burlas de algunos compañeros de Puerto Belgrano y que vivieran aquellos hechos de guerra en la base del puerto, al referirse a uno de los momentos que tuviera como protagonista al viejo destructor. Si propios camaradas pensaban de esta manera, qué quedaba para aquellos que no formaron parte de la Armada, y que aun niegan el protagonismo de la Flota de Mar durante el conflicto. A veces me pregunto si el pecado del Bouchard y sus tripulantes, fue el no haber sido hundidos por algún submarino británico... y que el menosprecio y olvido son monedas de pago por haber regresado indemnes a casa. Creo... creo entender el sentimiento de aquellos que pelearon en tierra. Como también entiendo que cada uno de nosotros cumplió con el rol encomendado. Así como alguien debió ocupar una trinchera, otros debimos cubrir las posiciones que nos tocara en suerte. No fue decisión propia haber estado donde estuvimos... fuimos una pieza mas del engranaje de esa gigantesca maquinaria impersonal.
¿Si quiero justificar el papel llevado a cabo por el Bouchard?...
Sí... ¿Por qué no?... porque si no lo hago desde mi persona, ¿quién lo hará? El viejo y querido Bouchard no puede hacerlo... más allá de que poco tiempo después de finalizadas las acciones, este noble destructor fuera usado para práctica de tiro al blanco, enviado a pique, y hoy no esté presente, como todo objeto inanimado no puede responder por sí solo ante estos hechos de olvido. Aunque claro... no puedo dejar de idealizarlo y a pesar de mi propio raciocinio y la destreza de nuestro comandante, dejar de pensar que el viejo Bouchard tenía su almita. En los momentos mas angustiantes de aquel entonces, este algo o sentimiento, me daba la seguridad de que ese querido y viejo destructor de alguna manera nos sacaría de cualquier brete, de terribles temporales que hacían chirriar su estructura de metal... de torpedos que vapulearan su trajinado casco. A veces, quiero pensar que no fueron mis compañeros artilleros quienes disparaban sus cañones aquella vez... sino que era el propio Bouchard, el que buscaba blancos por su cuenta en el horizonte, rompiendo la niebla y tratando de asestar su andanada de fuego... arrastrando cadena y ancla buscando el combate... Por eso mismo pienso en lo triste de ver al Bouchard como un simple blanco de tiro de otros buques de guerra... mas aun, luego de haber zafado milagrosamente de un momento tan crítico.
Recuerdo que, amarrados en el puerto de Ushuaia, un canal televisivo mostraba al aire el reportaje a un sobreviviente del crucero Gral. Belgrano. Cuando escuchamos de su boca que la primera señal de rescate provino de nuestro buque, alguien -no recuerdo quien- en medio de la algarabía desatada y en tono de broma gritó, "...el glorioso Bouchard!!!...", lo que de tanto en tanto se repetiría durante el resto de la navegación. Aquella frase, dicha en tono de broma en esos momentos, me quedó grabada para siempre. Se hizo carne en mí y no puedo recordar al ARA Bouchard si no es de aquella manera... es decir, como el Glorioso Bouchard. Lo pienso, no con soberbia sino con mucho afecto. No puedo tener otro pensamiento hacia el que nos cobijo y protegió. Y vaya a saber uno, por qué motivo las cosas se dieron de tal manera para que, a pesar de los riesgos, hoy me encuentre relatando estas pequeñas anécdotas... anécdotas que seguramente de no hacerlo, se perderían irremediablemente en el tiempo... al igual que la historia del Bouchard.
Siento que el espíritu de este buque de guerra sigue vivo... a pesar de los intentos de olvido. Eso es lo que me impulsa desde hace tiempo a relatarles a quienes desconocen, que existió un gran buque con ese nombre. Que tuvo su bautismo de fuego y juntos fuimos protagonistas de una pequeña parte de la historia argentina... que aunque yo pueda resultar un insignificante número en las estadísticas de guerra, siento el orgullo de no haber sido un mero espectador.
Y es de esta manera que surgió la inquietud de escribir algo sobre este noble buque. Que fuera ni más ni menos el que nos llevara en sus entrañas en tiempos de paz y de guerra, por todo el tiempo que duró la campaña por nuestras Malvinas, y nos trajera de regreso sanos y salvos a pesar de los peligros que debimos atravesar.
Vaya por lo tanto este humilde homenaje al Destructor Bouchard, y a mis antiguos camaradas de la Armada Argentina.
A.D.A. (webmaster)
Extraído de http://elbouchard.freeservers.com, que es la página original que diera vida al Glorioso Bouchard. En la fotog. tomada por un "camada" al cual no recuerdo lamentablemente, me encuentro de guardia de rondín. El "fotógrafo" hace la toma desde el pasillo de la cantina en popa y hacia la banda de babor. El equipo de lluvia nos cuenta del clima de ese día a finales de 1981 en Puerto Belgrano. La tarde se está yendo y un atisbo de sol se refleja en los buques amarrados cruzando el puerto. Al fondo a la derecha se pueden observar aparejadas a las fragatas Hércules y santísima Trinidad... y a la izquierda, la magnífica silueta del crucero General Belgrano.
Y también por...
La falta de memoria no sólo de quienes no tomaron parte de la gesta por la distancia o cuestiones de generación... Integrantes de otras fuerzas participantes incluída la propia ARA que niegan la historia del Bouchard... La falta de interés por saber cómo sucedieron los hechos inmediatamente de finalizadas las acciones de guerra, documentando lo vivido por cada integrante de las unidades intervinientes... La ignorancia de quienes obviaron la historia para las futuras generaciones... El ocultamiento de la verdad y el vía libre para la mentira y el rumor malintencionado... Los traidores de la patria que se beneficiaron a costa de vidas argentinas... Los ambiciosos que manipulan el rencor, manchando el verdadero espíritu de la Gesta de Malvinas... Los que trabajaron y los que se suman en pos del olvido de la gesta... Los que reniegan pelear por unas islitas pero se suman a ejércitos extraños en guerras lejanas a cambio de una ciudadanía, matando a quién sabe quién...
Por las verdades, por pequeñas que estas sean...
Por todo esto y mucho más, y por el propio Bouchard, seguimos peleando contra el olvido.
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